No deja de llamar mi atención que en las últimas fechas se esté librando un debate bastante desigual entre los que están a favor y en contra de esta nueva generación de combustibles. Es más, hasta los mismos telediarios ha llegado la polémica creada tras la reciente visita del presidente norteamericano Bush a Brasil, donde firmó un acuerdo con el mandatario brasileño Lula da Silva para convertir al mayor estado del Cono Sur en el principal proveedor de bioalcohol del mercado estadounidense.
Ahora es la ONU [Organización de Naciones Unidas] la que da la voz de alarma por el aumento descontrolado del uso del etanol. Descubro en el diario "El País" del día 10 de mayo de 2007 la noticia [desgraciadamente, la versión digital sólo está disponible para los suscriptores del periódico :-(]. Pero gracias a Internet las noticias "vuelan" y una simple búsqueda en Google me lleva a varias páginas donde puedo leer la noticia de primera mano. Recomiendo visitar la Sala de Prensa de la FAO, donde se nos informa de la publicación del documento “Energía sostenible. Un marco para la toma de decisiones”, preparado por UN-Energy, un grupo compuesto por todas las agencias de Naciones Unidas que trabajan en el campo de la energía, con el patrocinio de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Me permito reproducir uno de los párrafos más significativos citado en el sitio de la FAO y que no tienen desperdicio alguno:
"A menos que se establezcan políticas para la protección de espacios amenazados, se garantice un uso socialmente aceptable de la tierra y se desarrolle la bioenergía de una forma sostenible, el daño social y medioambiental puede en algunos casos superar los beneficios”.
No debe olvidarse que la producción de biocarburantes exige un consumo energético elevado [abonos químicos, realización de labores agrícolas con maquinaria, pesticidas, ...], con el riesgo que supone para los países subdesarrollados el abandono de cultivos tradicionales en beneficio de otros que permitan la obtención de biocombustibles. Por ello se sugiere el uso de tierras de labor de baja calidad y se llama la atención sobre el peligro de desforestación de amplias zonas para este tipo de cultivos, por lo que se insta a proteger "los pastizales silvestres, los bosques primarios y otras zonas de alto valor natural, según recomienda UN-Energy".
Ahora es la ONU [Organización de Naciones Unidas] la que da la voz de alarma por el aumento descontrolado del uso del etanol. Descubro en el diario "El País" del día 10 de mayo de 2007 la noticia [desgraciadamente, la versión digital sólo está disponible para los suscriptores del periódico :-(]. Pero gracias a Internet las noticias "vuelan" y una simple búsqueda en Google me lleva a varias páginas donde puedo leer la noticia de primera mano. Recomiendo visitar la Sala de Prensa de la FAO, donde se nos informa de la publicación del documento “Energía sostenible. Un marco para la toma de decisiones”, preparado por UN-Energy, un grupo compuesto por todas las agencias de Naciones Unidas que trabajan en el campo de la energía, con el patrocinio de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Me permito reproducir uno de los párrafos más significativos citado en el sitio de la FAO y que no tienen desperdicio alguno:
"A menos que se establezcan políticas para la protección de espacios amenazados, se garantice un uso socialmente aceptable de la tierra y se desarrolle la bioenergía de una forma sostenible, el daño social y medioambiental puede en algunos casos superar los beneficios”.
No debe olvidarse que la producción de biocarburantes exige un consumo energético elevado [abonos químicos, realización de labores agrícolas con maquinaria, pesticidas, ...], con el riesgo que supone para los países subdesarrollados el abandono de cultivos tradicionales en beneficio de otros que permitan la obtención de biocombustibles. Por ello se sugiere el uso de tierras de labor de baja calidad y se llama la atención sobre el peligro de desforestación de amplias zonas para este tipo de cultivos, por lo que se insta a proteger "los pastizales silvestres, los bosques primarios y otras zonas de alto valor natural, según recomienda UN-Energy".
En otro lugar se indica el peligro que puede suponer la sustitución de la producción tradicional de alimentos por materias primas para la obtención de bioenergías, cuando se afirma que "la disponibilidad de alimentos puede verse amenazada por la producción de biocombustibles en el momento en que tierra, agua y otros recursos ya no se destinan a la producción de alimentos... empeorando la situación de la población que sufre de pobreza e inseguridad alimentaria".
Más adelante se recuerda la necesidad de eliminar las barreras comerciales, suprimiendo los aranceles a los biocombustibles procedentes de los países productores y se insta a los campesinos de los países pobres a que si se implican "en la producción, procesado y uso de biocombustibles, más posibilidades tendrán de compartir los beneficios".
Pero este gran esfuerzo no tendría mucho sentido si no existen garantías de que los impactos ambientales generados por la producción de biocombustibles son asumibles, dentro de un marco definido por una gestión sotenible en "un sistema internacional de certificación que incluya la comprobación de emisiones de gases que producen el efecto invernadero, con el fin de garantizar que los productos bioenergéticos –en particular los biocombustibles-, cumplen las normas medioambientales en todo el proceso de producción".
Se ha dado el pistoletazo de salida en la carrera por el uso de biocombustibles y los organismos internacionales deben fijar unas reglas de juego que permitan alcanzar los siguientes objetivos:
Más adelante se recuerda la necesidad de eliminar las barreras comerciales, suprimiendo los aranceles a los biocombustibles procedentes de los países productores y se insta a los campesinos de los países pobres a que si se implican "en la producción, procesado y uso de biocombustibles, más posibilidades tendrán de compartir los beneficios".
Pero este gran esfuerzo no tendría mucho sentido si no existen garantías de que los impactos ambientales generados por la producción de biocombustibles son asumibles, dentro de un marco definido por una gestión sotenible en "un sistema internacional de certificación que incluya la comprobación de emisiones de gases que producen el efecto invernadero, con el fin de garantizar que los productos bioenergéticos –en particular los biocombustibles-, cumplen las normas medioambientales en todo el proceso de producción".
Se ha dado el pistoletazo de salida en la carrera por el uso de biocombustibles y los organismos internacionales deben fijar unas reglas de juego que permitan alcanzar los siguientes objetivos:
- Mercados realmente libres de aranceles que eviten la caída de los precios de los productos obtenidos por los campesinos pobres.
- Respeto a los ecosistemas, especialmente en los países subdesarrollados.
- Gestión sostenible en la producción de bioenergía.
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